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Nona Pierre, de 41 años y madre de siete hijos, abandonada por los padres de sus hijos en múltiples ocasiones. dirige ahora su propio negocio y anima a otras mujeres a iniciar el suyo propio. Belle Anse (Sudeste de Haití). ©WFP/Pedro Rodrigues

Pie de foto: Nona Pierre, de 41 años y madre de siete hijos, abandonada por los padres de sus hijos en múltiples ocasiones. dirige ahora su propio negocio y anima a otras mujeres a iniciar el suyo propio. Belle Anse (Sudeste de Haití). ©WFP/Pedro Rodrigues

Una estrategia compartida con el PMA para lograr el hambre cero en Haití.

13/05/2025 - 15:54

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Resumen de la noticia

La AECID comparte el enfoque entre emergencia y desarrollo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Haití, una organización del Sistema de Naciones Unidas a la que ha venido contribuyendo en los últimos 3 años. Esta estretegia compartida conecta varias iniciativas para lograr el objetivo de hambre cero.


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Después de un aterrizaje sin incidencias, los pilotos desaceleran el motor del gran Sikorsky en el que viajamos. Tras desembarcar en la pista, mientras avanzamos hacia la sala de llegadas, otros colegas humanitarios esperan haciendo cola para abordar en el mismo helicóptero. Gracias al servicio aéreo de Naciones Unidas (UNHAS) gestionado por el PMA, al que la AECID ha venido contribuyendo en los tres últimos años, podemos salir y regresar a la capital, cuyo aeropuerto permanece fuera de servicio desde noviembre de 2024 debido al riesgo que supone la presencia de grupos armados en sus inmediaciones. 

Desde Jacmel, en el departamento Sureste de Haití donde se concentra buena parte de nuestra cooperación, es necesario dirigirse por una carretera mayoritariamente sin asfaltar hacia Belle-Anse, un municipio de pescadores no lejos de la frontera con la República Dominicana. En esta comunidad costera, una de las más pobres de la zona, vive Nona, una madre de siete hijos de 41 años. "Soy una mujer con muchas ideas. Cuido bien a mis hijos. El hombre con el que vivo no está mucho por aquí. Va y viene. En los momentos difíciles, me mantengo fuerte. Nunca me desanimo", nos dice.

Según el último informe sobre clasificación de inseguridad alimentaria para el periodo de marzo a junio de 2025 (IPC en inglés, CIF en español), 5,7 millones de personas, la mitad de la población haitiana, se encuentran en fase 3 + (inseguridad alimentaria aguda), una cifra récord en el hemisferio occidental. En este contexto de profunda crisis el Programa Mundial de Alimentos está intensificando sus operaciones humanitarias en todo el país. Sus camiones están constantemente siendo cargados y despachados desde diferentes departamentos, transportando miles de toneladas de arroz, frijoles y aceite vegetal a las zonas más vulnerables. Cada vez más se busca que los alimentos distribuidos puedan ser producidos y/o comprados localmente como mecanismo de incentivo a la economía nacional. En las cocinas, ollas y sartenes han estado humeando desde los primeros rayos de sol, manejadas metódicamente por cocineras de las comunidades locales, encargadas de entregar comidas calientes todos los días bien sea a las personas desplazadas por la violencia de los grupos armados, refugiadas en sitios temporales en condiciones muy difíciles, o bien a los alumnos de las escuelas que forman parte del Programa Nacional de Comedores Escolares.

En efecto, una de las iniciativas más relevantes para responder a esta crisis es el Programa de Comedores Escolares del Ministerio de Educación Nacional y Formación Profesional (MENFP) al cual la Oficina de Acción Humanitaria de la AECID ha contribuido por medio del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Desde el centro de acopio de alimentos frescos y secos comprados localmente, que gestiona la ONG local Coordinación Regional de Organismos del Sureste (CROSE) (CROSE – Coordination Régionale des Organisations du SudEst ) y supervisa la Oficina Diocesana de Educación (BDE), hasta las escuelas que forman parte del programa, donde se reciben y preparan los alimentos. Cerca de 9.000 alumnos en 34 escuelas del departamento Sudeste están recibiendo una comida caliente durante los días lectivos gracias a financiación de la AECID a través del Programa Mundial de Alimentos. Más de 2.500 de estos niños y niñas proceden de familias que han debido desplazarse desde la capital por culpa de la incesante violencia de los grupos armados.  Esta contribución en alimentos favorece, además, la retención escolar y el aprendizaje.
Tanto el PMA como la AECID somos conscientes de que la respuesta de emergencia debe ir acompañada de iniciativas de desarrollo a largo plazo para lograr resultados duraderos. Por ello, en 2023 la AECID contribuyó al refuerzo y creación de redes de seguridad nacionales por medio del PMA que han llegado a más de 134.000 personas.  

Como madre jefa de familia con pocos recursos una de las beneficiarias de asistencia en efectivo ha sido Nona. Debajo de un árbol detrás de su casa, nos cuenta cómo el programa le permite cuidar de su familia y generar ingresos. "Soy una mujer de negocios. Ahora puedo hacer pan y café para vender en el mercado. También utilizo la ayuda para comprar cabras y enviar a los niños a la escuela. Si un miembro de mi familia se enferma, puedo pagar el tratamiento".

Además del dinero, el programa incluye sesiones de formación destinadas a concienciar sobre la alimentación saludable y las buenas prácticas financieras. "La semana pasada, aprendí a administrar una ganancia de 200 gurdas para generar 600. Yo y otros participantes también aprendimos cómo crear un fondo de crédito. Ya pedí prestadas 10.000 gurdas y compré mucha harina. Cuando horneo pan, puedo generar entre 2.500 y 3.500 gurdas al día", nos cuenta Nona.

La tontina, o "sòl" en criollo, es un método de ahorro sencillo y accesible, incluso para aquellos con recursos limitados. Los participantes contribuyen semanal o mensualmente, y en cada ronda ("men" en criollo), la cantidad recolectada se entrega a un miembro del grupo. El "sabotay" tiene un mecanismo similar a la tontina, pero se utiliza para operar durante una jornada. En un contexto en el que los servicios financieros formales son limitados y a menudo están fuera del alcance de gran parte de la población, este tipo de sistemas informales se han convertido, para muchas comunidades haitianas, en un salvavidas en tiempos de necesidad.  

En 2024, el PMA siguió prestando asistencia técnica y apoyo a la ejecución del sistema nacional de protección social del Ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo (MAST), llegando a más de 178.000 personas vulnerables con transferencias de efectivo, entregadas a través del programa del gobierno, “Klere Chimen”, o bien por medio de socios locales en zonas donde no llega la administración pública. Además, el PMA apoyó la expansión del registro social de MAST (SIMAST), con un 33% de la población atendida (más de 761.000 hogares registrados). A ese respecto, la contribución de la AECID al SIMAST se canalizó por medio del PNUD incluyendo en el sistema a nuevos municipios vulnerables de la zona fronteriza con República Dominicana.

A la vista de los impactos positivos de esta colaboración, en 2025 la AECID ya ha desembolsado otros 800.000 € al PMA para ampliar el Programa Nacional de Cantinas Escolares con compras locales en el departamento del Sudeste y 100.000 € adicionales para contribuir a la permanencia, imprescindible para el país, del servicio aéreo humanitario (UNHAS).

Nona pudo comprar dos cabras, lo que aumentó su capacidad para prosperar en una economía local desafiante con acceso limitado a mercados y otros recursos. ©WFP/Pedro Rodrigues


 

Nona posa con sus hijos bajo un árbol detrás de su pequeña choza. La ayuda que recibió le está ayudando a diversificar la dieta de toda la familia. Belle Anse (Sudeste de Haití). ©WFP/Pedro Rodrigues
Playa de Belle Anse. ©WFP/Pedro Rodrigues​​​